BOCA

Visita a la sima Juan Herranz I en el parque natural del Alto Tajo.

Sábado, 3 de febrero de 2018.

El día amaneció gélido. El primer sábado de febrero, Carlos, Ferrer, César, José Antonio y Alfonso, emprendimos viaje hacia el Alto Tajo para visitar alguna de sus simas. Había nevado algo la noche anterior y la previsión meteorológica no era especialmente halagüeña, pero eso no nos desanimó.

Tras recorrer más de doscientos kilómetros, llegamos al parque natural del Alto Tajo. Empezamos visitando el refugio y la sima de Alcorón.

SIMA DE ALCORON

 

PANICO

Esta sima es totalmente accesible gracias a unas escaleras que bajan hasta el fondo de la cavidad.

 

Tras el paseo nos encaminamos hacia a la sima de Juan Herranz I. La nieve caida transformó el paisaje de forma que nos costó un poco encontrar el camino de acceso.

 

 

(Hubo “momentos de pánico”. Afortunadamente César había echado el GPS, ja, ja, ja)

 

BOCA

 

Entramos en la cueva sobre las doce de la mañana.

Ferrer estaba instalando el primer pozo de 45 metros de profundidad, cuando Carlos se dio cuenta de que se había dejado el stop en casa.

 

PREPARADOS

En un principio se resignó a quedarse en el coche esperando, pero el resto del equipo le convenció para continuar.

 

(No hubo que insistirle mucho, je, je, je).

 

 

 

Aprovechando una cuerda adicional nos las ingeniamos para pasarle uno de nuestros descendedores y que pudiera bajar. También fue preciso realizar algún cambio de aparatos, (¿verdad Josean? ji, ji, ji)

Ya todos reunidos en la primera plataforma, Carlos se puso a instalar un pasamanos muy aéreo y cañero para bajar un segundo pozo.

LAGO

REAGRUPADOS

 

Mientras, el resto del grupo exploraba “la sala”.

 

 

 

 

 

Esta galería tiene unos rincones preciosos, con variedad de formaciones.

Recorriéndola encontramos un pasamanos instalado en fijo que acababa en un pocito de unos tres metros en una zona con bastante barro.

Tras reagruparnos de nuevo, iniciamos el descenso del último pozo de 55 metros. Allí se acaba la gruta y tras un pequeño descanso iniciamos la subida.

FORMACIONES

 

SALIENDO

 

En esta primera tirada de cuerda una piedra suelta impactó en el antebrazo de Alfonso, recordándonos que el peligro siempre está latente en esta disciplina y que hay que extremar las precauciones en todo momento. (El golpe le produjo un hermoso “huevo” que fue cogiendo todos los colores del arcoíris durante la semana siguiente).

 

 

El resto de la ascensión se realizó sin sobresaltos, siendo César quien desinstaló el último pozo, saliendo a la superficie sobre las dieciséis horas.

 

Como la tarde estaba soleada, comimos un poco junto al refugio de la torreta forestal y luego tomamos un café en Villanueva de Alcorón. Allí, el único parroquiano del bar se aplicó en darnos conversación. Recreemos un fragmento de la misma:

-¿Qué, sois de Madrid, no?

-No, somos de Soria

-Ahhh, pues mucho peor… ni sabréis lo que es un GPS…

(La verdad es que la charla fue un poco surrealista, jo, jo, jo)

Emprendimos el viaje de vuelta e hicimos una parada técnica en Almazán para que Dani y Erika nos presentaran al espeleólogo en ciernes Adrián. La hospitalidad de esta pareja fue tal, que entre cerveza y cerveza se nos pasó el tiempo sin darnos cuenta…Una llamada telefónica nos devolvió a la realidad (gracias Vere, jua, jua, jua).

Bajo una intensa nevada llegamos a una Soria vestida de blanco sobre las diez de la noche…

SONRISAS

y con una sonrisa de oreja a oreja, gracias a los gratos momentos que nos deparó éste gélido día de febrero tan genial.

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