ASEGURANDO

Desobstruyendo la sima del Portillo.

El sábado trece de diciembre, Josemi, Carlos y Alfonso quedamos para hacer la sima del Portillo. David fue baja de última hora por unas molestias lumbares. Sobre las diez treinta, Carlos empezó a descender instalando el primer pozo, de 17 metros de profundidad. Mientras tanto, en superficie Josemi explicaba a Alfonso las técnicas usadas. Al poco rato, las exclamaciones de asombro de Carlos alertaron a los de arriba. Pasaba algo fuera de lo normal. Una vez reunidos abajo, vimos el motivo del alboroto.

Tras el descenso con cuerda, se encontra una galería grande y alta, con una pronunciada pendiente de piedra suelta. La rampa, como si de un embudo se tratase, confluye en un estrecho por el que sigue el recorrido de la cueva. Tras un derrumbamiento en el techo de la galería, varios bloques habían rodado por la cuesta hasta acabar irremisiblemente taponando la gatera.

DESOBSTRUCCIÓN. ENTRADA BLOQUEADA

Varios bloques se apoyaban unos en otros, de forma que quitar uno de ellos podía provocar un efecto dominó en el resto.

BLOQUESASEGURANDO

 

 

Los bloques de arriba eran los más grandes, y éste del medio el que parecía más inestable.

Una vez analizada la situación nos pusimos manos a la obra con la desobstrucción.

 

Lo primero que hicimos fue asegurar el bloque que se podía venir abajo. Para ello improvisamos una triangulación aprovechando unas formaciones.

 

 

TRACCIÓN

Utilizando los descendedores y los bloqueadores ventrales hicimos un sistema de tirolina para tensar lo más posible la cuerda que aguantaría al gran bloque.

Empezamos a quitar piedras. Había que subirlas por la rampa hasta un hondo justo detrás de los bloques grandes. Las menos pesadas las subimos rodándolas. Cuando ya no pudimos, las siguientes las izamos atándoles una cuerda y con un sistema de poleas. Aquí empezamos a echar de menos a David y su fuerza…

Al final quedó un solo bloque en forma de punta de flecha imposible de subir por su peso. Como parecía que cabía por el estrecho, decidimos intentar tirarlo hacia abajo. Comprobando una vez más las leyes de Murphy, el bloque se quedó aprisionado en el estrecho por apenas dos centímetros. Nosotros, siguiendo la máxima de Arquímedes “dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”, improvisamos unas palancas con unos troncos, pero la piedra no se movió.

 

Intentamos atarle una cuerda para subirla un poco y recolocarla pero no hubo manera.

 

 

 

 

 

Desmontamos la cuerda y Alfonso subió al coche para traer un martillo y papel y lápiz para dejar una nota cuando nos fuéramos.

Con el martillo rompimos un poco, hasta que la cabeza del mismo salió disparada por el agujero hacia las profundidades abisales…. Inasequibles al desaliento, vaciamos las piedras sueltas de debajo del bloque y volvimos a hacer palanca desde distintos puntos. Al final, el bloque pareció cobrar vida y casi sin ayuda empezó a deslizarse por la rampa hasta estrellarse con estrépito unos metros más abajo.

LOGRADO

Tras la desobstrucción, valoramos si seguir recorriendo la cueva o no. Decidimos irnos y desmontar la “tirolina” del gran bloque. Pusimos una nota advirtiendo del peligro hasta que se vuelva a quitarlo o asegurarlo.

Alfonso subió desinstalando, y a las dieciséis treinta horas estábamos en la calle.

Satisfechos porque nuestro trabajo no fue en balde, nos fuimos a Talveila a tomar unas cervezas. Allí, el camarero, muy majete él (Javi), nos invitó a una ronda mientras le contábamos nuestras tribulaciones y peripecias durante la desobtrucción.

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